Si... pueden echarme piedras, pueden abuchearme y mucho más. Pueden hacerme lo que quieran ;~~; siento haber tardado tanto!!!
;A;!!!! pero ya vine!!!!
Siento la demora pero espero que disfruten de este capítulo!!
Por cierto, la vez pasada había subido parte a mi face pero por asares del destino no lo puse en público... lo siento tanto >,,<!!
Si alguien quiere leer, de ahora en adelante los podré públicos con una imagen -////-u y bueno! acá para que me encuentren: Grace Ochoa mi imagen por el momento es de dos niños tomados de la mano, si la cambio, les avisaré en posteriores publicaciones-
Sin más que agregar... Dozou!!!
;A;!!!! pero ya vine!!!!
Siento la demora pero espero que disfruten de este capítulo!!
Por cierto, la vez pasada había subido parte a mi face pero por asares del destino no lo puse en público... lo siento tanto >,,<!!
Si alguien quiere leer, de ahora en adelante los podré públicos con una imagen -////-u y bueno! acá para que me encuentren: Grace Ochoa mi imagen por el momento es de dos niños tomados de la mano, si la cambio, les avisaré en posteriores publicaciones-
Sin más que agregar... Dozou!!!
Capítulo 4: “Arena de guerra, festín de bestias” [Parte III]
Los gritos
resonaban emocionados en cada rincón de ese territorio. No lograba ver más allá
de los 30 metros radiados que la luz lograba iluminar, pero su corazón inquieto
le advertía que algo no estaba bien. Sus orbes carmesí miraban a todos lados
intentando divisar alguna figura que le hiciera reconocer el lugar en el cual
se encontraba.
Al mover su
mano, alzó a prisa la mirada notando los grilletes con los cuales estaba atado.
“¿Qué?”
pensó, moviendo de nuevo la mano aún incrédulo que estar así.
Única silueta
de quien logra ver la espalda: -¡YA SABEN LAS REGLAS! Quien logre alcanzar al
premio en el centro de la arena, podrá ser el ganador de tal suculento premio…
¿Y saben una cosa? ¡¡ESTE VAMPIRO ES TOTAL Y ENTERAMENTE VIRGEN!! ¿No tiene
ganas de meter su navaja en aquel pequeño hoyo estrecho? ¡¡ÁBRANCE CAMINO EN SU
INTERIOR Y DEJEN PLASMADO SU DOMINIO EN ÉL!!-
Yamada: -¡¡¡
¿QUÉ?!!!- fueron las únicas palabras que pudo pronunciar al intentar digerir lo
más pronto posible lo que acababa de oír.
¡No era
posible! ¿Acaso sus oídos le habían traicionado? No tuvo que pensar mucho pues,
en cuanto la arena se vio nuevamente iluminada, se encontró en el centro de lo
que parecía ser un coliseo, alzando la vista, más arriba, una red enorme
impedía ver que más había en aquella profunda oscuridad. Ojos celestes se
podían divisar a través de la jaula, mirándolo profundamente. Entrando en su
piel, penetrándolo. Lo dejaban desnudo y vulnerable. Y no era del todo
equivocado, pues al voltear hacia su cuerpo notó como éste carecía de alguna
prenda visible sobre la piel, dejando ver su perfecto cuerpo trabajado.
Pudor,
desesperación, vergüenza y miedo lo invadieron. Agitaba las manos con fuerza
intentando romper las cadenas pero ¡Maldita sea! ¿Acaso estaban encantadas?
¡No!
El uniformado
nuevamente habló: -Y ahora… ¡QUE COMIENCE EL JUEGO!- Y al bajar su mano
levantada al aire al pronunciar esas palabras, aquellas personas comenzaron a
correr hacia él.
Yamada:
-¡AHHHHHHHH!- dio un grito desesperado.
-----
Un minuto
estuvo observando la puerta tan fijamente, que incluso la silueta de ésta
comenzó a perder forma por tanto que se había sumergido en ella. Pero algo le
hizo regresar a la realidad, un grito.
Arioka:
-Yamada…- Pronunció apenas en un hilo de voz, abriendo los ojos y dando un paso
al frente para tomar la manija pero, se detuvo.
Inevitablemente
imágenes de su experiencia en aquel lugar siempre lo invadían y le hacían
imposible poder si quiera tocar la manija. Sus dedos temblaban y su cuerpo
tiritaba sin control. No había podido superarlo, por más que fingía
tranquilidad frente a los otros, nunca había querido regresar a ese infernar
lugar donde hace tiempo, él había sido el centro de diversión de todos ahí
reunidos.
----
Sus ojos
intercalaban entre los grilletes y la multitud que con prisa se acercaba a él.
Debía escapar, debía de liberarse cuanto antes si no quería ser el bocado de
alguno de esos malditos lunáticos que se acercaban como estampida.
Yamada: -¡No!
¡Vamos! – se removía con angustia, rotando su muñeca y provocando con la
fricción el sangrado inmediato.
Sus pies
tampoco estaban libres. Se mantenían atados con sogas desde el tobillo hasta
las rodillas, tan fuertemente apretados que podían verse las marcas surcadas
alrededor de las cuerdas. Éstas formaban montículos de carne y piel rojizas,
rosadas y finalmente blancas como si poco a poco se hinchara.
Resentía la
pérdida de circulación en los pies, pues ya se habían tornado de un tono
azulado.
Yamada:
-¡¡VAMOS!!- se dio ánimos intentando arrancar con fuerza los grilletes y así
poderse liberar más fácilmente los pies. -¡AHHHHHHHHHH!- se sacudía como podía.
Y justo cuando sentía que podría liberarse, una ráfaga de debilidad le recorrió
desde la cabeza hasta los pies como una corriente repentina de electricidad, un
rayo que le dejó sin aliento por unos instantes. Aún se encontraba débil.
¿Débil? ¿Por qué razón? Incluso cuando se desmayó le pareció extraño. ¿Por qué
su cuerpo estaba así? Ahora colgaba de los grilletes y su mirada borrosa apenas
distinguía la manta rota y sucia sobre la cual se encontraba. Al aclarar
nuevamente la imagen, notó las gotas rojizas que aumentaban. Se estaba
desangrando debido a la forma tan desesperada en la cual se había movido. No
podía perder sangre en ese estado, de lo contrario, se volvería mucho más
vulnerable y hasta podría llegar a la muerte.
No podía
permitir eso, no moriría en aquel lugar.
Frunció el
ceño y mordió su labio inferior, apretando los ojos mientras ignoraba toda
bulla proveniente del rededor. Debía pensar en lago pronto, algo que pudiese
salvarlo. Algo que pudiese darle al menos la oportunidad de liberarse, algo, lo
que sea, ¡Lo que sea!
Demonio: -Te
alcancé…- Y aquella voz, fue su perdición.
----
Arioka:
-¡Vamos! ¡Vamos!- se daba ánimos solo, pero en cuanto intentaba avanzar, el
miedo corrompía su ser con fuerza. -¡Agh! ¡Vamos!- sacudió su cabeza
nuevamente.
Tenía que
apresurarse, su corazón latía desesperado y le anunciaba que si no se
apresuraba, se arrepentiría.
Arioka:
-¡VAMOS!- se regañó a sí mismo.
Sangre,
dolor, miedo… Todo eso invadía su mente. Rondaban una y otra vez burlándose de
él cada vez que se acercaba demasiado a ese lugar.
Los gritos,
la satisfacción, la voz ronca de sus cuerdas vocales implorando por piedad y
porque se detuvieran, mas, no podía ver a nadie que le ayudara.
Por más que
alzaba la vista buscando algún aliado, nunca pudo encontrar entre tantos ojos
opacos y siluetas desfiguradas por el agua de sus ojos una sola imagen de amistad.
¿Y cómo? Aquellos en quienes había logrado confiar un momento, habían sido los
primeros en aventurarse a ir por él como carnada. Pelearon con fuerza dejando a
la mayoría inconscientes y cuando llegaron a él, lo tomaron como trofeo ante
todos. Desde ese instante, su vida se nubló, su ilusión de algún día poder
escapar de ese infierno se perdió, derramándose junto a la sangre que por sus
ojos rodó.
Su interior
desgarrado, pero no solo físicamente. Su alma también fue perforada por la
fuerza de Takaki. Tan fresca la sensación se conservaba en su abdomen, en su
pecho y en sus ojos que el sabor sarroso de aquella sangre inundó su boca.
Tuvo que
llevar su mano al rostro para cubrirse sus labios y no vaciar lo que su
estómago había devuelto, o al menos la sensación fantasma de haberlo hecho.
Cayó de rodillas sintiendo la misma debilidad de ese entonces. No quería, no
quería entrar.
Arioka: -No…
No de nuevo…- sollozo, enroscándose en su cuerpo y abrazándose para intentar
calmar su temblor, posando su frente sobre el suelo.- No quiero… No quiero…- su
voz se quebró queriendo gritar a todo pulmón, pero algo le mantenía atorado el
grito en su garganta.
Yamada:
-¡NOOOOOOOOOO!- y otro grito golpeó su cabeza con enorme fuerza.
Arioka:
-Yamada…-
---
Al alzar la
vista, un demonio se encontraba parado al frente de él. Lo peor del caso, es
que ahora podía notar algo que hace poco no había logrado. Todos estaban
heridos. Las grietas rojas que emanaban sangre podrida, o al menos eso le
pareció debido al olor que desprendía, marcaban el cuerpo de la mayoría de los
demonios ahí presentes. Y parecía que disfrutaban de ello, pues aquel hombre,
porque era hombre, se llevó la mano a la boca y se lamió de una forma tan
grotesca que el vampiro tuvo que desviar la mirada para no volver el estómago.
Demonio:
-Parece que yo he ganado- su voz era tan gruesa que iba acorde con su
apariencia.
Un hombre de
mediana edad, con el cuerpo robusto y lleno de músculos que de seguro le
impedían flexibilidad y agilidad. Estaba cubierto de bello por todos lados. Una
imagen nada agradable, pero el olor era lo peor de todo. Olía a tanta sangre
podrida que casi logró desmayar al vampiro. Alguien tan sensible como él no
podía estar tan cerca de seres ensangrentados y manchados de locura.
Demonio: -Eres
mío-
Al decirlo,
el vampiro volteo aterrado hacia donde se encontraba el demonio, abriendo los
ojos y reflejando en ellos la mano de aquel hombre acercarse a su persona, pero
apenas logró rozar su cabello, fue emboscado por otro más que lo hizo perder el
equilibrio y caer a un lado. Éste era tan flaco que sus huesos lograban notarse
a través de la piel, con el cabello algo largo y arrugas por todo el cuerpo.
Carecía de algunos dientes y su hedor incluso lograba ser visible para el
vampiro. Sin embargo, lo que más le causó nauseas, fue ver que este se
encontraba totalmente desnudo y… excitado. Aquella cosa asquerosa, escuálida,
gélida y negra que se tambaleaba en el medio de sus piernas, se acercó hacia su
rostro y chocó contra su mejilla.
Yamada: -¡NO!
¡Qué asco!- retiró su rosto, pero poco pudo hacer para evitar que volviese
acercarse y chocar contra su piel.
Pero algo
peor sucedió.
Al moverse
intentando apartarse de ese demonio, otro más llegó por atrás y lo tomó por la
cintura, haciendo que abriera los ojos y dirigiera su rostro hacia atrás. Aquel
demonio tenía un cuerpo más grande, gordo, y su miembro era aún peor. Tan
grande y derramando algo verdoso por él que le recordó a tantas cosas podridas.
El demonio
solo sonrió e hizo un ademán hacia el frente.
Yamada:
-¡NOOOOOOOOO!-
------
Nakajima:
-¡¡YAMADA!!- se escuchó ese nombre resonar en toda la habitación oscura. Sus
ojos carmesí brillaban buscando por todos lados para ubicar en dónde se
encontraba.
No recordaba
nada, pero la tenue luz a un lado suyo le hizo girar la cabeza, encontrando la
imagen más enternecedora que podría jamás haber encontrado. Chinen estaba
sentado a su lado, recostado sobre la cama y tomando de su mano. Se notaba
tranquilo, sumiso, un ángel durmiendo plácidamente. Pero el vampiro recién
despierto no estaba del todo ubicado en el ahora, su mente distante no podría
quedarse tranquila observando aquella bella imagen que podría no volver a
divisar jamás. Estaba preocupado. Un fuerte latido en su pecho le habían
advertido del peligro que su amigo podría estar pasando. Un ardor tal, que lo
incomodó e inquietó nuevamente.
Se removió de
la cama, necesitaba seguir buscándolo. No sabía dónde, pero tenía que buscar la
manera de encontrarlo.
La noche ya
había caído, y con ello, la profunda preocupación que sentía. Sólo deseaba que
su amigo, pese a todo, regresara a casa.
Chinen:
-¿Yuto?- habló suavemente al descubrir que su mano no sentía aquella otra mano
más grande que la suya, abriendo los
ojos lentamente y buscando en la oscuridad la silueta de quien cuidaba.-Ya…
¿Estás mejor? Me preocupé cuando te desmayaste…-
Nakajima: -No
tienes que preocuparte por mí… Es Yamada quien debería preocuparte.-
Chinen: -Me
preocupa… pero no veo el caso si quien lo busca también cae débil y no pueda
rescatarlo- se levantó intentando hacer el menor ruido posible con la silla,
caminando hasta donde Nakajima se encontraba. – Intenta descansar un poco, ya
es algo tarde. Dentro de 5 horas comenzará a amanecer y es entonces cuando
seguiremos la búsqueda.-
Nakajima: -No
lo entiendes Chinen… Mientras más tardemos, más angustiado me sentiré… Yamada…
Yamada está en un grave peligro, lo siento… Si no nos apresuramos, temo a que
algo grave le pase- su vista se dirigió a la ventana, afilando la vista y
viendo en el horizonte perdido en sus pensamientos.
Chinen, por
más que odiara admitirlo, sentía ciertos celos. Pero no los celos usuales hacia
Yamada, si no, los celos de no poder poner en aquel estado al vampiro si en
algún momento llegase a ausentarse. ¿Reaccionaría igual? Estaba completamente
seguro que no.
Por más que
se había esforzado, había descubierto ya hace tiempo que le importaba más la
opinión que tuviese el vampiro mayor antes que la suya. Si Yamada no lo
aceptaba, aunque él sí, Nakajima no iría en contra de los deseos del primero.
Odiaba eso, lo odiaba, era como si dependiera demasiado del mayor y lo había
comprobado recién.
Chinen:
-Encargué a mi guardia personal que lo buscara, no te preocupes, todo saldrá
bien. Yamada regresará con bien, estoy seguro, no es tan débil.-
Él también lo
extrañaba, era su ejemplo a seguir. La fortaleza que Yamada demostraba le hacía
sentirse inferior, pero se había propuesto superarlo.
Nakajima:
-Yamada…- pero el vampiro alto, no escuchaba otra voz que no fuera la de su consciente
diciendo el peligro en el que se encontraba su mejor amigo.
-----
Su corazón
palpitaba. Sus manos sudorosas jalaron con fuerza los grilletes y su cuerpo
entumecido finalmente había reaccionado. No, no podía permitirlo. No podía
dejarse hacer por aquellos. Sus ojos carmesí se abrieron enormes y… Su cuerpo
se abalanzo hacia adelante. Tuvo que usar su cabeza para golpear del abdomen al
demonio flaco del frente. Sus manos heridas lograron deslizarse de los
grilletes golpeando con fuerza la cama y haciendo que ésta retumbara y cayera
al suelo con la fuerza, lo que hizo que las sogas con las que sus piernas
estaban atadas quedaran flojas.
Se había
liberado, lo había logrado finalmente y aquel golpe había aturdido a los
demonios que se encontraban alrededor. Rápidamente tomó un impulso y se dispuso
a correr, aunque sus piernas reaccionaron tarde pues seguían entumecidas.
Demonio:
-¡Está escapando!- -¡Atrápenlo!- -¡Qué no escape!-
Yamada debía
escapar, debía hacerlo. Pero sus piernas le fallaban y pronto se tropezó
cayendo de nuevo al suelo.
Los demonios
no desaprovecharon la oportunidad y se abalanzaron contra él. La bulla no cesaba,
los golpeteos y los gritos pidiendo sangre correr de su orificio virgen.
Yamada lanzó
golpes como pudo, sintiendo que algunos les daban pero pronto sus pies y manos
quedaron atrapados por las garras de sus perseguidores.
Yamada: -¡No!
¡Alto! ¡Déjenme bola de asquerosas alimañas!- se retorcía, pero ellos no
tuvieron piedad y enterraron las garras dentro de su delicada piel que desbordó
a chorros la sangre. El grito ahogado
del demonio fue interrumpido por un miembro siendo metido a fuerza dentro de su
boca.
Lágrimas
rodaban sin cesar sobre sus pómulos, escupiendo e intentando no tragar nada. Le
daba asco, quería vomitar, pero si lo hacía aquel maldito y podrido trozo de
carne le harían tragárselo de nuevo, aunque preferiría mil veces el sabor de
aquello a lo que ahora su lengua estaba sintiendo.
Los demás
demonios se deleitaban con el suave cuerpo del vampiro, frotando su miembro en cada
parte de piel que podía. Unos habían obligado a sus manos a sentir lo caliente
que estaba su miembro, otros más prefirieron haces que los pliegues donde el
cuerpo es normal que se doble (codos, rodillas, muñeca) se frotasen contra
éstos. Pero la peor sensación que pudo sentir, fue su piel siendo lamida por
lenguas, que viajaban por todos lados. Uno de ellos, se detuvo en su miembro y
no solo lo lamio, lo succionó y lo apretujó con la mano.
No quería
ver, no quería sentir. Su pecho ardía, sus ojos quemaban. Estaba desesperado.
Yamada: “Por
favor, ya no más… Ya no más… Paren… No… No sigan… Paren… ¡¡PAREN!!”
Cuando su
boca quedó libre y pudo escupir todo lo que tenía dentro, sus ojos ya casi no
podían mantenerse abiertos, nublados por la sangre. Su cuerpo poco a poco dejó
de sentir el rededor y las lágrimas dejaron de caer. Estaba demasiado débil.
Demonio: -No
es suficiente vampirito… Aún no acabamos contigo…- pronunció una voz que le
pareció un susurro.
Su vista
dejaba de ver siluetas, y aunque su cuerpo ya había sido tirado al suelo y
volteado, alzando sus piernas para continuar con su interrumpida acción, el
vampiro ya no sentía nada. Ya nada. “Yamada”. Estaba dormitado. “Yamada”. Su
respiración se perdía. “Yamada”. La luz se apagaba. “Yamada”.
Yamada: -Da…iki-
sus labios pronunciaron ese nombre inconscientemente, y las últimas lágrimas
resbalaron por sus mejillas antes de caer inconsciente.
Arioka:
-¡¡YAMADA!!-
Continuará.
Ajdbirfucdkznfvjdorfv
ResponderEliminar-Murió-
lajndjsndkdf
Eliminar-escribe (?)-
DAIKI!!! PUTOOOO!!!! APRESURATEEEEEE O ME VIOLAN A MI YAMA-CHAAANNNN!!!!
ResponderEliminar-Muere junto a Kira-
Daiki ya llegó, así que no se violarán a Yamada, tú tranquila~
EliminarYa publiqué la siguiente continuación ^^7 espero la disfrutes!
Gracias por la notita!!! *w* <3